sábado, 26 de marzo de 2016

La falta de cariño retrasa el crecimiento del niño

La carencia afectiva no solo retrasa el crecimiento de los niños, como también aumenta sus posibilidades de desarrollar frecuentes infecciones debido a que sus mecanismos de defensa no funcionan cómo deberían. La falta de cariño y de afecto, también produce un grado importante de estrés y ansiedad en los niños, y dificulta su aprendizaje.

No hay duda de que el afecto es una necesidad básica en la educación de los hijos. El afecto acerca los padres a sus hijos, crea un canal de comunicación entre ambos, dice más que muchas palabras. 

Los mimos de papá y mamá ayudan a crecer

El rechazo, el descaso, el abandono y la ignorancia no son actitudes constructivas. El sistema inmune de niños carentes como es el caso de los niños que estuvieron en centro de acogida, que tuvieron que ser alejados de sus padres y de sus familias por motivos varios, o que vivieron en condiciones precarias y con mínimos recursos y muchas dificultades, es más frágil, y hace con que estos niños sean más propensos a desarrollar enfermedades.

Diversos estudios y varias tesis doctorales han demostrado que los niños presentan una talla inferior de la normal cuando existe una inhibición del sistema hipófiso-adrenal que, en casos límite, puede impedir la producción adecuada de ciertas hormonas. Eso está asociado a la carencia afectiva que esos niños presentan por la falta diaria de cariño y de atención necesarios para tener armonía, tanto de su medio interno como del mundo que les rodea. El cariño, la atención y el afecto, principalmente en los primeros años de vida de un bebé, son herramientas importantes en la estimulación, para construir una buena autoestima, y para desarrollar la confianza y el respeto propio y hacia los demás.

miércoles, 16 de marzo de 2016

bebes y mas: Los efectos de año y medio sin dormir del tiron

bebes y mas: Los efectos de año y medio sin dormir del tiron: No dormir o dormir pero no hacerlo bien tiene dos efectos. El efecto más inmediato y obvio de la falta de sueño es el físico. La gran mayorí...

Los efectos de año y medio sin dormir del tiron

No dormir o dormir pero no hacerlo bien tiene dos efectos. El efecto más inmediato y obvio de la falta de sueño es el físico. La gran mayoría de los padres habéis experimentado esa sensación, por lo menos durante los primeros días o semanas de vida de vuestros bebés. Apenas duermes unas horas por la noche, te despiertas constantemente y tienes que estar pendiente de lo que haces porque un recién nacido es delicado y luego durante el día tienes que dar lo mejor de ti porque no hay otra. Esa sensación de estar flotando, como drogado, de ir en piloto automático… Es como una niebla que lo invade todo, que te deja atontada totalmente y que, por desgracia, suele borrar la memoria.

Ese decaimiento físico al final se supera. Esto no quiere decir que estés al 100%. Aún hay muchos días que no doy pie con bola, se me caen mucho las cosas al suelo, a causa de la torpeza , tengo que llevar todo apuntado y lleno de notas para no olvidar las cosas… Muchos días tengo el mismo nivel de agotamiento que tiene una familia con un recién nacido, si no más, pero en general puedo decir que noto que mi cuerpo ya está hecho y no sufre.

Para mi lo más complicado ha sido el efecto psicológico. Ahora sé que hasta hace bien poco he tenido un baby blues prolongado, sino una leve depresión postparto. Como decía más arriba, no se puede atribuir a un único factor, pero soy muy consciente de que la privación constante de sueño ha tenido muchísimo que ver.

Mi vida con 16 meses que tiene mi hijo es como un eterno día de la marmota,, recordais la peli?. Todos los días iguales, igual de malos. Porque cuando no duermes no sabes dónde termina un día y dónde comienza otro. Es un ciclo sin fin. Quisieras parar pero no puedes, no puedes darle al stop y las circunstancias te arrasan.

Quisieras poder darle al stop pero no puedes. El niño no duerme ni de día ni de noche así que apenas puedes ducharte, no tienes tiempo libre . Quisieras, por ejemplo, que al menos una noche a la semana pudieras sentarte a ver una serie en la tele pero no puedes y si algún día te decides a intentarlo, te levantarás no menos de tres veces a atender a tu bebé. Y así un mes, y otro, y otro, y otro.

He tenido muchos días de sentirme una mierda, de sentir que mi vida era una verdadera mierda. He sentido que no podía soportarlo ni un minuto más. He llegado a estar en la cama con una ansiedad de caballo, dándole la teta a las cuatro de la mañana mientras todo me daba vueltas. Me he sentido totalmente despersonalizada.

Y sola, más sola que la una, viendo como el resto del mundo sigue su vida y tu estás hasta las cejas mientras pasan a tu lado haciéndose los suecos. Qué coñazo resultamos cuando lo estamos pasando mal, cuando no podemos ni queremos seguir el mismo ritmo.

Sé a ciencia cierta que algunas estáis o habéis estado como yo. Y estáis cansadas de que os cuenten cuentos que casi parecen un insulto, o de que os digan que todo pasa (que es la forma presuntamente educada con la que algunos nos quieren decir que les importan un carajo nuestros problemas). O que os propongan cambiar vuestra manera de entender la crianza porque todo es culpa vuestra y de lo mal que lo hacéis, porque parece que como has decidido portear o colechar o dar teta, o todo eso y más, ya no tienes derecho a quejarte de nada, el problema te lo has buscado tú.

Estáis cansadas de la falta de empatía y de respeto. La maternidad no debería ser así, pero a veces lo es, ¡como todo en la vida!. No podemos obligar a los demás a permanecer en los malos momentos, no hay que esperar nada. La confianza la tenemos que encontrar en nosotros mismos.

Yo tuve un punto de inflexión. Un momento en el que tuve que tomar decisiones. Y como no podía cambiar la realidad, dejé de luchar contra ella y me amoldé lo mejor que pude. Renuncié a cosas creyendo que eran renuncias para luego darme cuenta de que eran losas y me sentía más ligera sin ellas. Delegué lo que podía delegar y aparqué lo que honestamente no podía abarcar. Y, aunque en este país aún sea un tabú decirlo, se que me buscaré una psicóloga para que me ayudara a asumir la realidad de mi nueva vida y tener fuerza para cambiar aquello que sí se podía cambiar.

Hay una cosa cierta: las dificultades te hacen crecer. Aunque los efectos psicológicos de no descansar correctamente son duros de superar porque la realidad sigue ahí, al final se superan.

Aunque nuestro bebé duerma terriblemente mal, en algún momento empezará a mejorar, aunque sea sutilmente. Y cuando todo esto pase seremos otras, mucho más fuertes. Nuestra vida también será otra, no sé si mejor o peor, pero la fortaleza que habremos adquirido no nos la quita nadie. Yo me quedo con eso.

viernes, 11 de marzo de 2016

El momento ideal para llevar al bebé a la escuela infantil

Cuál es el momento ideal para dejar a tu bebé en la escuela, guardería o parvulario para que puedas, después de periodo de baja por maternidad, volver al trabajo: ¿A los dos años es muy temprano? ¿A qué edad es recomendable llevar por primera vez al niño a la guardería?

Esta es la gran preocupación de muchas madres, que se plantean si es conveniente dejar a su bebé en la guardería antes de los dos años. Por motivos laborales, y en otros, por facilitar a los niños una mejor adaptación al colegio, el inicio de la guardería nos llena de dudas.

Tengo que trabajar, ¿llevo a mi bebé a la guardería?

Por lo general, la edad más recomendada para que tu hijo comience la guardería es entre los 18 y los 24 meses de edad. Ten en cuenta que, a partir de los 18 meses, el bebé ya posee autonomía: comienza a caminar, dice sus primeras palabras, ha aprendido a jugar con otros niños y el contacto con su madre ya no es tan necesario. Sin embargo, no existe una edad consenso entre los profesionales. La Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente recomienda la edad de tres años como una buena edad para mandar al niño a la guardería.

Los expertos indican que durante los primeros años de vida el mejor lugar para tu pequeño es su hogar. Y es que los especialistas en desarrollo infantil mantienen que lo ideal es dejar al niño en la guardería a partir de los 2-3 años, pero no antes. La figura de la mamá o del papá o, en su defecto, de una figura representativa constante que el bebé pueda tomar como referente durante sus primeros meses de vida, es necesaria para el adecuado desarrollo emocional del bebé.

Durante esos primeros meses de vida, el bebé necesita un contacto directo con alguien todo el día y eso no suele satisfacerse con una cuidadora de guardería, que tiene que prestar atención a otros bebés también. Por tanto, no es una cuestión de competencia profesional, sino de desarrollo psíquico y de ofrecer al bebé lo que necesita. Por tanto, cuando los bebés tienen menos de 2 años, si es posible, es más recomendable que sigan en casa con sus papás.

En el caso de que no puedas estar junto a tu bebé durante sus primeros meses de vida, debes tener más cuidado al elegir guardería. Tiene que ser un lugar con personal especializado para atender a menores de dos años y que brinde atención individualizada y estimulante para que el bebé se sienta muy querido, casi como en casa.

En la mayoría de los casos son las necesidades de los padres y las circunstancias familiares las que determinan que el bebé tenga que ir antes o después a la guardería. Si tiene que ir un poco antes, la guardería le vendrá bien para relacionarse con otros niños, ganar en autonomía y prepararse para cuando comience la escuela.

Su desarrollo y su lenguaje también puede verse favorecido por la guardería. En general, en el jardín de infancia, los niños ganan autonomía, pierden el miedo a la separación de la madre y se relacionan con otros niños. 

Por este motivo, otros especialistas en la materia consideran que la edad más recomendable para que el niño empiece la guardería es entre los 18 y los 24 meses, ya que a partir del año y medio, el niño ya tiene cierta autonomía.

Otro tema que nos preocupa mucho a los padres es el de las enfermedades, ya que cuando los pequeños empiezan la guardería suelen comenzar con mocos a las pocas semanas y no los sueltan hasta junio. En este sentido, conviene destacar que el sistema inmunitario del bebé es más inmaduro durante sus primeros meses de vida y evoluciona con el crecimiento, pero por otro lado, se activa rápidamente ante los estímulos de los agentes infecciosos como bacterias y virus.

En contacto sucesivo con los agentes patógenos, las defensas del niño se fortalecen y el organismo activará su “memoria” inmunológica cuando entre de nuevo en contacto con el mismo virus o bacteria. 

Por lo tanto, puede que el niño enferme más a menudo en la guardería o el colegio, sin embargo, en compensación, habrá creado ya defensas para enfrentarse a los virus y a las bacterias en etapas sucesivas. No obstante, es importante controlar que, cada vez que enferme el bebé, se trate de trastornos y enfermedades diferentes, porque las recaídas pueden suponer una mala curación de la enfermedad o unas defensas débiles o insuficientes.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Mas mitos sobre la lactancia materna

1. Las mujeres con pezones planos o invertidos no pueden amamantar. ¡No es verdad! Los bebés no amamantan en el pezón sino que amamantan en el pecho. Aunque puede ser más fácil que un bebé se agarre al pecho si la madre tiene el pezón prominente, no es necesario que sus pezones sobresalgan. Un comienzo apropiado generalmente ayudará a prevenir problemas y madres con cualquier tipo de pezones pueden amamantar perfectamente. En el pasado, se solía sugerir con frecuencia el uso de una pezonera para conseguir que el bebé tomara el pecho. Este artilugio no debe ser utilizado ¡sobre todo en las primeras dos semanas! Aunque puede parecer una solución fácil, su uso puede resultar en mala succión y pérdida de peso severa y hace aún más difícil que el bebé consiga agarrar el pezón. Si el bebé no toma el pecho al principio, con la ayuda adecuada, a menudo acaba por agarrar el pecho sin problema. Los pechos también cambian en las primeras semanas y mientras la madre mantenga una buena producción de leche, el bebé suele agarrarse sin problema a las 8 semanas de edad pero, si se obtiene ayuda, el bebé podrá agarrarse antes.

2. Una mujer que queda embarazada debe dejar de amamantar. ¡No es verdad! Si la madre y el niño lo desean, la lactancia puede continuar. Algunas continúan amamantando el niño mayor incluso después del nacimiento del nuevo bebé. Muchas mujeres deciden dejar de amamantar cuando se quedan embarazadas debido a que sus pezones duelen o por otras razones pero no hay necesidad médica para hacerlo ni es necesario apresurarse. De hecho, a menudo hay buenas razones para continuar. La producción de leche disminuirá probablemente durante el embarazo pero si el bebé está comiendo otros alimentos esto normalmente no es un problema. Sin embargo, algunos bebés dejan de amamantar si la producción de leche es baja. Para más información puedes leer la página Lantancia durante el embarazo.

3. Un bebé con diarrea no debe amamantar. ¡No es verdad! El mejor tratamiento para una infección intestinal (gastroenteritis) es la lactancia. Además, es muy raro que el bebé necesite otros líquidos más que la leche materna. Si la intolerancia a la lactosa es un problema, el bebé puede recibir gotas de lactasa*, disponibles sin receta, justo antes o después de la toma, pero esto rara vez es necesario en los bebés lactantes. En cualquier caso, la intolerancia a la lactosa debido a la gastroenteritis desaparece con el tiempo. La leche artificial sin lactosa no es mejor que la leche materna. La leche materna es mejor que cualquier leche artificial.

*No sé si se venden en España; consulta con tu médico si crees que tu bebé puede ser intolerante a la lactosa.

4. Los bebés se quedan en el pecho durante dos horas porque les gusta mamar. ¡No es verdad! A los bebés les gusta mamar y también lo necesitan, pero ¿cuánto necesitan? La mayoría de los bebés que se quedan en el pecho tanto tiempo es probablemente porque tienen hambre, a pesar de que pueden estar ganando peso. Estar en el pecho no es lo mismo que amamantar en el pecho. Poniendo bien el bebé al pecho permite que el bebé amamante con mayor eficacia, y que así pase más tiempo realmente deglutiendo. También puedes ayudar al bebé a deglutir más mediante la compresión de leche en la boca cuando deje de tragar por sí solo. Los bebés menores de 5-6 semanas a menudo se quedan dormidos en el pecho debido a que el flujo de leche es lento, no necesariamente porque han tenido suficiente para comer.

5. Los bebés necesitan saber cómo tomar un biberón. Por lo tanto siempre se debe darle el biberón antes de que el bebé se niegue a tomar uno. ¡No es verdad! Aunque muchas madres , por diversas razones, deciden dar a su bebé leche por biberón no hay ninguna razón para que un bebé deba aprender a usar uno. De hecho, no hay gran ventaja en que un bebé tome biberón. Dado que las mujeres canadienses deben recibir 52 semanas de permiso maternal*, el bebé puede empezar a comer sólidos alrededor de los 6 meses, mucho antes de que la madre regrese a su trabajo remunerado. El bebé puede incluso tomar líquidos o sólidos que son bastante líquidos por una cuchara. El bebé puede empezar a aprender a beber por un vaso desde su nacimiento o más adelante y, aunque puede llevar varias semanas para que el bebé aprenda a usarlo de manera eficiente, al final aprenderá. Si la madre va a introducir un biberón, es mejor que espere hasta que el bebé ha estado lactando durante 4-6 semanas, y luego dárselo solo ocasionalmente. A veces, sin embargo, los bebés que toman el biberón bien a las 6 semanas se niegan a tomarlo a los 3 o 4 meses, incluso si han estado recibiendo biberones con regularidad (bebés inteligentes). No te preocupes y sigue el procedimiento anterior con sólidos y cuchara. Dar el biberón cuando la lactancia no va bien no es una buena idea y por lo general hace la lactancia aún más difícil. Por tu bien y el del bebé no obligues al bebé a “morirse de hambre hasta que lo acepte”. Obtén ayuda. Para más información puedes leer “Trabajo y lactancia”.

*En España, desgraciadamente, es de 16 semanas por lo que el uso de un biberón puede ser necesario pero no obligatorio.

6. Si una madre ha tenido una intervención quirúrgica, tiene que esperar un día antes de reiniciar la lactancia materna. ¡No es verdad! La madre puede amamantar inmediatamente después de la intervención, tan pronto como esté despierta y se sienta capaz de hacerlo. Ni los medicamentos utilizados durante la anestesia, ni los medicamentos para el dolor, ni los antibióticos que se utilizan después de la cirugía requieren que la madre tenga que interrumpir la lactancia materna, salvo en circunstancias excepcionales. Muchos hospitales bien informados tendrán en cuenta a las madres lactantes y a sus bebés cuando la madre o el bebé necesita ser ingresado en el hospital, para que la lactancia materna pueda continuar. Muchas normas que restringen la lactancia materna son más para la comodidad del personal que para el beneficio de las madres y los bebés. Para más información puedes visitar www.e-lactancia.org.

7. La lactancia con gemelos es difícil. ¡No es verdad! Es más fácil alimentar a gemelos con la lactancia materna que con la lactancia artificial, si la lactancia va bien. Es por esto que es tan importante hacer un esfuerzo especial para establecer la lactancia materna cuando la madre ha tenido gemelos. Algunas mujeres han amamantado exclusivamente trillizos. Obviamente, esto requiere mucho trabajo y tiempo, pero los gemelos y trillizos requieren un montón de trabajo y tiempo independientemente de cómo sean alimentados. Para más información puedes leer “Amamantar a más de un bebé”.

8. Las mujeres cuyos pechos no aumentan de tamaño o lo hacen solo un poco durante el embarazo, no producen suficiente leche. ¡No es verdad! Hay muy pocas mujeres que no pueden producir suficiente leche (aunque pueden continuar con la lactancia, completándola con un relactador). Algunas de estas mujeres dicen que sus pechos no aumentan de tamaño durante el embarazo. Sin embargo, la gran mayoría de las mujeres cuyos pechos no parecen aumentar durante el embarazo producen leche más que suficiente.

9. Una madre cuyos pechos no parecen estar llenos tiene poca leche. ¡No es verdad! La  madre no tiene que sentir los pechos llenos para que produzcan mucha leche. Es normal que los pechos de una mujer que amamanta se noten menos llenos cuando su cuerpo se adapta a la ingesta de la leche de su bebé. Esto puede ocurrir de repente y puede ocurrir tan pronto como dos semanas después del nacimiento o incluso antes. El pecho no está nunca “vacío” y también produce leche cuando el bebé se alimenta. ¿Está el bebé recibiendo leche suficiente? Eso es lo importante, no lo lleno que se siente el pecho. Mira con escepticismo a cualquier persona que aprieta tus pechos para determinar si tienes o no tienes leche suficiente.

10. La lactancia materna en público no es decente. ¡No es verdad! Es la humillación y el acoso de las madres que están amamantando a sus bebés lo que no es decente. Las mujeres que tratan de hacer lo mejor para sus bebés no deberían ser forzadas por las obsesiones de otras personas o la falta de entendimiento para quedarse en casa o alimentar a sus bebés en baños públicos. Los que se ofenden solo tienen que mirar para otro lado. Los niños no serán dañados psicologicamente por ver a una mujer amamantando. Por el contrario, pueden aprender algo importante, hermoso y fascinante. Incluso podrían aprender que los pechos no son solo para la venta de cerveza. Otras mujeres que han dejado a sus bebés en casa para ser alimentados con biberón podrían ser alentadas a sacar al bebé con ellas la próxima vez.

11. Amamantar a un niño hasta 3 o 4 años de edad es anormal y perjudicial para el niño, causando una relación más dependiente entre la madre y el niño. ¡No es verdad! La lactancia materna durante 2-4 años era la regla en la mayoría de las culturas desde el inicio del tiempo humano en este planeta. Solo en los últimos 100 años más o menos la lactancia materna ha sido visto como algo a ser limitada. Los niños que amamantan en el tercer año no son muy dependientes. Por el contrario, tienden a ser muy seguros y por lo tanto más independientes. Ellos mismos toman la decisión de dejar de amamantar (con el aliento suave de la madre) y así se sentirán seguros de su logro.

12. Si el bebé deja de amamantar durante unos días (semanas), la madre no debe reiniciar la lactancia materna debido a que la leche se vuelve agria. ¡No es verdad! La leche es tan buena como siempre. La leche materna en la mama no es como la leche materna o artificial en un biberón.

13. Después de hacer ejercicio una madre no debe amamantar. ¡No es verdad! No hay absolutamente ninguna razón para que una madre no puede amamantar después del ejercicio. El estudio que pretendía demostrar que los bebés estaban inquietos al amamantar después de que la madre hiciera ejercicio está mal hecho y contradice la experiencia cotidiana de millones de madres.

14. Una madre que amamanta no puede hacerse una permanente o teñirse el pelo. ¡No es verdad! No tengo ni idea de dónde viene esto. Para más información puedes leer la página Tratamientos de belleza y lactancia.

15. La lactancia materna es culpada por todo. ¡Es verdad! La familia, los profesionales de la salud, vecinos, amigos y los taxistas culpan a la lactancia materna si la madre está cansada, nerviosa, llorosa, enferma, tiene dolor en las rodillas, tiene dificultad para dormir, siempre tiene sueño, se siente mareada, es anémica, tiene una recaída de su artritis (migrañas o cualquier problema crónico), se queja de la pérdida del cabello, cambio de visión, zumbido en los oídos o picazón en la piel. La lactancia materna se atribuye como causa de problemas en el matrimonio y cuando los otros niños se portan mal. La lactancia materna es culpada cuando las tasas hipotecarias suben y la economía se tambalea. Y siempre que hay algo que no encaja en el “libro de imágenes” de la vida, todo el mundo le dirá a la madre que será mejor que deje de amamantar.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Los peligros de dejar llorar al bebe

El Dr. James McKenna Director del Laboratorio del comportamiento del sueño madre-bebé de la Universidad de Notre Dame menciona lo siguiente: “Que el bebé duerma toda la noche es probablemente una de las peores ideas que emergieron en los siglos 19 y 20 (Orígenes de la teoría "dejar llorar" a los bebés). Nuestra cultura es la única que alguna vez se ha hecho esta pregunta, la mayoría de las culturas no están preocupadas por esto”. De acuerdo el Dr. McKenna y a sus hallazgos, el dormir toda la noche es algo que los bebés simplemente no están diseñados para hacer, su biología no está diseñada para dormir toda la noche. "Los bebés están diseñados para despertar, mamar y dormir, despertar, mamar y dormir". El concepto de la llamada “consolidación del sueño” está basado en el concepto de lo que es mejor para los padres a diferencia de lo que es mejor para los bebés. 


Este experto en sueño infantil también menciona que por muchos años se ha pensado que para maximizar las oportunidades de que un bebé se vuelva independiente y competente en la vida es forzar a que el infante se duerma sólo y que el bebé se calme asímismo para que vuelva a dormir. Sin embargo ningún bebé en el planeta necesita ser entrenado para dormir y esto nunca ha sido respaldado por algún estudio científico responsable. El dejar llorar a los bebés es una ideología cultural y es usualmente un concepto que no emergió para beneficiar a los bebés (porque no hay evidencia que esta práctica pueda beneficiar en su desarrollo). Todos los bebés dormirán toda la noche en algún momento, la pregunta es si lo harán en el tiempo que quieren los papás, o en el tiempo para el que están diseñados.
¿Y qué dice la neurología al respecto?
Se han publicado diferentes estudios para evaluar el efecto del estrés en el desarrollo cerebral del bebé. Se ha descubierto por ejemplo que durante la primera infancia (de 0 hasta los 2 a 3 años) se empieza a desarrollar la región orbitaria frontal del cerebro, por supuesto que otras áreas se están desarrollando también pero es ésta área en particular la que se desarrolla a mayor velocidad durante esta etapa (Gerhardt). Esta área orbitofrontal es la encargada de varias funciones emocionales dentro de ellas la del manejo del estrés, lo que suceda aquí entonces dejará una marca en el desarrollo cerebral del bebé. Por supuesto que esto no explica todos los desórdenes emocionales pues el cerebro sigue desarrollándose durante el resto de los años pero se considera importante durante esta etapa cuidar a los bebés de situaciones estresantes (Gerhard). ¿Y qué situaciones estresan a los bebés? Tal y como lo menciona Gerhard: “no es la ausencia de la madre lo que aumenta el nivel de las hormonas del estrés, como el cortisol, sino la ausencia de una figura adulta que estuviera alerta y se hiciera responsable del estado emocional del niño en cada momento” (Blanco, 2012). 

 Se ha descubierto además que cuando un bebé es sometido a una gran cantidad de estrés se crean condiciones para dañar las sinapsis entre las neuronas (Narvaez, 2011) pues se genera la hormona llamada cortisol la cual si se libera y en exceso podría dañar las neuronas en formación pero las consecuencias no son aparentes inmediatamente (Thomas et al. 2007). Además cuando hay niveles altos de cortisol y de serotonina se produce el vómito involuntario. Para contrarrestar todos estas sustancias se liberan otras (endorfinas, serotonina, opiáceos) que provocan una bajada del estrés por lo que es normal que luego  el bebé caiga rendido y se duerma, pero no porque haya aprendido algo sino porque estas sustancias hicieron efecto (Jové R.).

La reactividad al estrés puede establecerse como patrón de vida no sólo para el cerebro con el sistema de respuesta al estrés (Bremmer et al, 1998), pero también en el cuerpo a través del nervio vago, un nervio que afecta el funcionamiento de múltiples sistemas como la digestión. Por ejemplo, un estrés prolongado al estrés en etapas tempranas de la vida, sumado a una carencia en la respuesta de los padres, puede resultar en un pobre funcionamiento del nervio vago, que está relacionado a varios desórdenes como el síndrome de vejiga irritable (Stam et al, 1997). Un reciente estudio de la universidad de Harvard nos muestra los efectos del estrés en los bebés. Reporte Harvard

El bebé es absolutamente dependiente de sus cuidadores para aprender cómo calmarse sólo. El cuidado a los niños que se concentra en abordar las necesidades del bebé antes que se estrese, sintoniza el cuerpo y el cerebro para la tranquilidad. Cuando un bebé siente miedo y tiene un padre que lo sostiene y lo conforta, el bebé elabora herramientas para calmarse que se integran con su propia habilidad de calmarse. Los bebés no se calman sólos cuando están aislados. Si son dejados para llorar sólos, ellos aprenden a cerrar su rostro al estrés excesivo, dejando de sentir y dejando de confiar (Henry & Wang, 1998).

Como Erik Erikson lo señala, los primeros años de vida son un periodo sensible para establecer un sentido de confianza en el mundo de su cuidador y en su mundo en sí. Cuando las necesidades de un bebé se atienden sin estrés, el niño aprende que el mundo es un lugar en el que vale la pena confiar, que las relaciones son de apoyo. Cuando el bebé es ignorado el niño desarrolla un sentimiento de desconfianza en las relaciones y en el mundo. El niño entonces puede pasar toda su vida tratando de llenar ese vacío interior.

Fotografía proporcionada por Elisabeth Risco en www.Lisclick.com
La respuesta del cuidador a las necesidades del bebé está relacionada a la mayoría si no es a todos los resultados positivos de los niños. La actitud de respuesta que tiene el cuidador está relacionada a la inteligencia, empatía, escasa agresión o depresión, autoregulación, y competencia social. La importancia de la respuesta sensible del cuidador es un conocimiento común en la psicología del desarrollo. La falta de respuesta que representa el “dejar llorar” puede resultar en resultados opuestos a los antes mencionados. (Encyclopedia of Early Childhood Development)

Es pues con la neurociencia que podemos confirmar lo que nuestros ancestros tomaron por sentado: que dejar que los bebés se estresen es una práctica que podría dañar a los niños y sus capacidades relacionales en diferentes maneras a largo plazo. Ahora se sabe que dejar a los bebés llorar es una buena manera de hacerlos menos inteligentes, más ansiosos y poco cooperativos. (Narvaez, 2011)

Por favor, difunde esta información. Muchos padres están dejando llorar a sus bebés no por malos sino por falta de información. Regala este texto a todo nuevo padre/madre.